En el ambiente tenso que envolvía la mansión Korhan, apareció Kazim, el padre poderoso. Su llegada tenía un solo propósito: sacar a sus dos hijas, Seyran y Fikret, de allí. Su presencia fue como una tormenta que sacudió los cimientos de la familia, desenterrando secretos y conflictos que habían permanecido ocultos durante mucho tiempo.
Esa noche, Seyran recibió un mensaje de Pelin. El contenido era breve pero lleno de angustia: Ferit se estaba preparando para dejar el país. El corazón de Seyran se apretó, sintió un dolor punzante en su pecho. No podía permitir que Ferit se fuera así, aunque él le hubiera causado tanto sufrimiento. Con el corazón agitado, Seyran corrió al aeropuerto. Corrió por los pasillos, sus ojos buscaban la figura familiar. Finalmente, la vio, Ferit estaba de pie frente a la puerta de embarque, con el rostro triste.
En el momento en que se enfrentaron, el espacio pareció detenerse. Seyran miró los ojos tristes de Ferit, y vio el arrepentimiento y el dolor en ellos. Ferit, a su vez, vio a Seyran con una mirada llena de amor y arrepentimiento.Comenzaron a hablar, palabras sinceras que salían desde lo más profundo de sus corazones. Seyran confesó que aún lo amaba, pero que no podía perdonar lo que él había hecho. Ferit lamentó todo lo ocurrido, se disculpó con Seyran y le rogó que lo perdonara.
Mientras conversaban, recordaron juntos los bellos momentos que compartieron. Esos recuerdos fueron como un bálsamo que ayudó a aliviar sus heridas. Seyran se dio cuenta de que no podía vivir sin Ferit. Y Ferit comprendió que Seyran era todo lo que tenía. Finalmente, ambos se abrazaron y lloraron. Sabían que el camino por delante sería difícil, pero estaban decididos a superarlo juntos. Ferit canceló su vuelo y regresó con Seyran. Juntos comenzarían de nuevo, construyendo una familia feliz.