Suna pegó la oreja a la puerta de la habitación, tratando de escuchar cualquier sonido del exterior. Su hermana mayor, Seyran, estaba sentada en el suelo, con los ojos hundidos por las noches sin dormir. La crueldad de Kazım había agotado a ambas, tanto física como emocionalmente. El olor a alcohol y tabaco todavía impregnaba el aire, recordándoles el infierno terrenal en el que vivían. De repente, la puerta hizo un leve “clic”. Esme entró, llevando un gran pañuelo que envolvía comida. Suna se levantó de un salto:¡Mamá!Esme rápidamente les indicó que guardaran silencio. Susurró: Aquí tienen algo de comida. No puedo dejar que sigan pasando hambre.
Las dos chicas, emocionadas, se apresuraron a comer los sencillos sándwiches que, en ese momento, les parecían un festín. Mientras tanto, Seyran le susurró a su madre: Mamá, necesito un teléfono. Quiero llamar a Ferit. Esme se quedó inmóvil. Ferit: el chico que Kazım consideraba su enemigo, pero también aquel en quien Seyran no podía dejar de pensar. Tomó la mano de Seyran, tratando de transmitirle consuelo: De acuerdo, buscaré una manera.
En la oscuridad, el amor de una madre y la pequeña esperanza de las dos hermanas eran la única luz que quedaba, encendiendo la posibilidad de un mañana mejor. Al día siguiente, Esme encontró un teléfono viejo y se lo dio a Seyran. La joven, temblando, marcó el número con el corazón lleno de esperanza y temor. La llamada se conectó, y la cálida voz de Ferit sonó: Seyran, ¿cómo estás?
Seyran no pudo contener las lágrimas y le contó todo lo que había sucedido. Ferit prometió hacer todo lo posible para ayudarla a ella y a su familia a escapar de esa vida infernal. En los días siguientes, Seyran y Suna vivieron entre el miedo y la esperanza. Tuvieron que ser cautelosas con cada paso, temiendo que Kazım descubriera su plan. Sin embargo, el amor de su familia y la ayuda de Ferit les dieron la fuerza para seguir adelante. Una noche, mientras todos dormían, Ferit y un grupo de amigos llegaron a la casa de Kazım. Entraron sigilosamente, sometieron a Kazım y liberaron a Seyran y Suna. Finalmente, lograron obtener su libertad.