Después del infarto, Halis despertó en el hospital, enfrentándose a su propia debilidad y al sentimiento de impotencia. Su enojo con Ferit parecía carecer de sentido al ver la familia desmoronada. Seyran estaba sentada a su lado, con los ojos rojos por la preocupación. Halis se preguntó si sus principios rígidos valían la pena si eso significaba perder la armonía familiar. En un momento de vulnerabilidad, tomó la mano de Seyran y le pidió que trajera a Ferit de vuelta, esperando que él pudiera perdonar y regresar a casa.Seyran miró a Halis con cariño y comprensión. Ella sabía que Halis estaba intentando cambiar, y estaba dispuesta a ayudarlo. Asintió suavemente, se levantó y salió de la habitación.
Halis miró a Seyran con algo de esperanza. Sabía que ella era la persona que podría sanar las heridas familiares. Esperaba que pudiera convencer a Ferit de regresar. Seyran encontró a Ferit en casa. Habló con él, explicándole la situación y expresando el deseo de Halis. Ferit aún estaba enfadado, pero escuchó a Seyran. Finalmente, Ferit accedió a ver a Halis. Se encontraron en la habitación del hospital, el ambiente estaba tenso. Sin embargo, ambos querían sanar su relación. Comenzaron a hablar, compartiendo sus sentimientos y pensamientos.
Después de un largo silencio, Halis bajó la cabeza y se disculpó con Ferit por haber sido tan inflexible y no haber escuchado su opinión. Ferit también se disculpó por no haber entendido ni respetado los puntos de vista de Halis. Ambos se dieron cuenta de que habían cometido errores. Decidieron empezar de nuevo, construyendo una relación basada en el respeto y la comprensión mutuos. Después de la conversación, Ferit regresó a casa con Halis. La familia se reunió, trayendo alegría y felicidad a todos. Halis se sintió aliviado y satisfecho. Sabía que había tomado la decisión correcta.