Cuando la fiesta terminó, las risas y los buenos deseos fueron quedando atrás, dejando un silencio que envolvía la habitación. Ferit y Seyran recogían la mesa en silencio, cada uno ocupado con sus propias tareas, pero ninguno decía una palabra. La luz de la vela en la mesa seguía encendida, emitiendo una luz tenue y titilante que reflejaba en sus ojos. Ferit miró a la chica a su lado, sus ojos se detuvieron en la pequeña llama, como si algo se agitara en su interior.
Seyran también observó la vela, sus ojos suavizándose al ver la luz suave. Susurró, con una voz tan ligera como un suspiro, “Esta llama es tan bonita, pero se apaga fácilmente.” Sus palabras no solo eran sobre la vela, sino sobre su propio amor. Había atravesado tantas tormentas, como esa llama, podría apagarse en cualquier momento si no se cuidaba y protegía adecuadamente.
Ferit, sin decir nada, se acercó a ella. Con suavidad, tomó su mano, transmitiendo una sensación de calor que la hizo sentirse en paz. “Es como nuestro amor,” dijo, su voz grave y sincera, “Necesita cuidado y protección.” Sus palabras fueron como una promesa, un recordatorio del poder del amor, de la determinación que debían mantener. Seyran sintió que su corazón se agitaba. A pesar de que su pasado había estado lleno de altibajos y desafíos, el amor que se tenían nunca se había apagado, ni siquiera en los momentos más oscuros.
Ambos se sentaron junto a la vela, y solo el sonido de su respiración y el leve crujir de la llama rompían el silencio. La luz suave de la vela iluminaba sus rostros, haciendo que el ambiente se volviera aún más romántico y sagrado. Seyran apoyó su cabeza sobre el hombro de Ferit, sintiendo la seguridad que él le ofrecía. No necesitaban decir nada más, en ese momento, ambos se entendían. Mirando la vela, calladamente se prometieron proteger siempre esa llama del amor, sin importar las dificultades, sin importar los desafíos que pudieran surgir. Y así, esa noche, se quedaron juntos, sin necesidad de más palabras. Su amor, al igual que la vela, siempre necesitaría cuidado y atención, pero con un corazón sincero y un amor intenso, esa llama nunca se apagaría.