Ferit se dejó caer al suelo frío, con la mirada vacía fija en la puerta que acababa de cerrarse. En la habitación, que antes estaba llena de risas, ahora solo quedaba un silencio ensordecedor. Sentía claramente el doloroso latido en su pecho, como si una mano invisible estuviera apretando su corazón.Los recuerdos llegaron como una película en reversa. Recordó la primera vez que conoció a Seyran, una joven llena de vida y pasión. Recordó los momentos felices juntos, las dulces promesas y los abrazos cálidos. Pero luego, todo se desvaneció como humo, dejando solo cicatrices profundas en su corazón.
Ferit entendió que había cometido muchos errores. No valoró a Seyran, no la escuchó, y siempre intentó controlar su vida. Dejó que su orgullo y su ego nublaran su juicio, perdiendo a la mujer que más amaba. Ahora, cuando Seyran ya se había ido, Ferit se dio cuenta del verdadero valor de ella. Se arrepentía, estaba destrozado y completamente solo. Quería retroceder en el tiempo para corregir sus errores, pero sabía que eso era imposible.
Ferit se levantó y se acercó a la ventana. Miró hacia afuera, al cielo nocturno oscuro, con solo algunas estrellas solitarias brillando en lo alto. Se sintió como un barco perdido en un océano vasto, sin ningún punto de apoyo. En su mente, una idea brilló de repente. No iba a dejar ir a Seyran tan fácilmente. Encontraría una manera de que ella regresara, sin importar lo difícil que fuera. Cambiaría por completo, se convertiría en un hombre mejor, digno del amor de Seyran.