La expulsión de la mansión había sido como un rayo que partía en dos la vida de Seyran. La imagen de su hogar, ahora lejano y ajeno, se volvía cada vez más borrosa. La pérdida de Ferit, su amor, se sumaba a la angustia de haber sido desterrada por su propio padre. Kazim, cegado por la ira y el orgullo, la culpaba de todos sus males, acusándola de ser la causante de su desgracia. Halis, el padre de Seyran, no se quedaba atrás. Sus palabras hirientes y acusatorias eran como dagas clavadas en el corazón de su hija. La tía Hattuc, testigo impotente de tanto sufrimiento, se sentía desgarrada. Adoraba a Seyran y no podía soportar verla así, pero tampoco podía confrontar a su hermano. En medio de este caos, la familia Korhan, liderada por Ferit, llegó a la casa de los Sanli. Ferit, decidido a recuperar a Seyran y a unir a las dos familias, ideó un plan audaz. Sabía que debía actuar rápido, antes de que las heridas se hicieran más profundas.
Con la ayuda de su madre y su hermana, Ferit logró sacar a Seyran de la casa, lejos del alcance de su padre. Se la llevó a un lugar tranquilo, donde pudieran hablar con calma. Allí, le expresó su amor y su deseo de estar juntos, sin importar las circunstancias. Seyran, con el corazón destrozado, se aferró a las palabras de Ferit como un salvavidas. Mientras tanto, en la casa de los Sanli, la tensión era palpable. Kazim y Halis se enzarzaban en acaloradas discusiones, cada uno defendiendo su punto de vista. Fue entonces cuando Ferit y Seyran aparecieron, acompañados por la familia Korhan. Ferit se dirigió a su abuelo y a su suegro, pidiéndoles que dejaran a un lado sus diferencias y pensaran en el bienestar de todos, especialmente en el de Seyran.
La propuesta de Ferit no fue fácil de aceptar. Kazim y Halis llevaban años sin hablarse y el orgullo los cegaba. Sin embargo, al ver el dolor en los ojos de Seyran y la determinación de Ferit, ambos hombres comenzaron a reflexionar sobre sus acciones. Después de una larga y emotiva conversación, los dos hombres finalmente lograron llegar a un acuerdo. Kazim y Halis se dieron cuenta de que el odio y la venganza no los llevarían a ninguna parte. Decidieron perdonarse mutuamente y empezar de nuevo. La reconciliación de las dos familias fue un momento conmovedor. Seyran y Ferit, por fin juntos, podían mirar hacia el futuro con esperanza. Habían superado muchos obstáculos, pero su amor había salido victorioso. Y aunque el camino por delante no sería fácil, sabían que juntos podrían enfrentar cualquier desafío.