Gülgün estaba frente a la puerta de la habitación de Ferit, con las manos apretadas, el corazón lleno de decepción. Tocó la puerta y luego entró lentamente. Ferit estaba sentado en la cama, con la mirada fija en la pantalla de su teléfono, enviando mensajes a Pelin sin cesar. “¿Sabes lo que he tenido que soportar hoy?” su voz temblaba. Ferit levantó la vista, su expresión indiferente. “Mamá siempre exagera todo,” dijo, encogiéndose de hombros mientras seguía enviando mensajes. Gülgün no pudo contener más su ira. Se acercó y señaló la cara de Ferit. “¿Crees que estoy orgullosa de ver cómo tratas a Seyran? No solo la has lastimado, sino que también me has hecho sentir como una fracasada. He criado a un egoísta, insensible.” Ferit guardó silencio, evitando su mirada. Nunca antes había visto a su madre tan furiosa. “¿Crees que siempre voy a justificar tus malas acciones? Te has equivocado, Ferit. Mucho.” Gülgün dio la vuelta y se fue, las lágrimas cayendo por sus mejillas.
La puerta se cerró de golpe, dejando a Ferit solo en la habitación vacía. Por primera vez, sintió miedo. Temía al ver la decepción en los ojos de su madre. Mientras tanto, Seyran estaba sentada sola en su habitación, reflexionando sobre todo lo que había sucedido. Sabía que Ferit no era una mala persona. Solo había sido arrastrado por sus propios deseos egoístas. También sabía que Gülgün siempre la había querido. Pero, ¿sería ese amor suficiente para sanar las heridas que había sufrido? Al día siguiente, Gülgün buscó a Seyran. Le habló de su conversación con Ferit y de su decisión. “No voy a seguir tolerando más los errores de Ferit. Tú necesitas tiempo para pensar, pero quiero que sepas que siempre estaré a tu lado.” Seyran miró a su madre, sintiendo una cálida sensación en su corazón. Sabía que Gülgün realmente se arrepentía de lo sucedido. También sabía que debía perdonar para poder seguir adelante.
La decisión no fue fácil, pero Seyran sabía que era lo correcto. Escribió una carta a Ferit, expresando sus sentimientos y perdonando sus errores. Ferit recibió la carta de Seyran, y su corazón se derritió. Se dio cuenta de lo que había perdido al dejar ir a una mujer tan buena. Se prometió a sí mismo cambiar, ser un hombre mejor. Con el tiempo, Seyran y Ferit comenzaron a sanar las heridas en su corazón. Empezaron de nuevo, con un amor más sincero. Gülgün fue testigo del cambio en su hijo y se sintió inmensamente feliz. Sabía que su familia pronto se reuniría nuevamente.