La declaración de Seyran fue como un rayo que despertó a Kazim de su sueño. Se dio cuenta de que Seyran ya no era la niña obediente de antes. Ella había crecido, tenía sus propias ideas y no se dejaba someter por ninguna presión. Sin embargo, su orgullo herido hizo que Kazim se volviera aún más inflexible. Declaró que nunca aceptaría la relación entre Seyran y Ferit.
Mientras tanto, Seyran y Ferit disfrutaban de días felices juntos. Estaban construyendo su pequeño hogar, donde podían expresar su amor y compartir sus sueños. Sin embargo, su felicidad no duró mucho. La presión de la familia, la desaprobación de la sociedad y las amenazas de Halis hicieron que Seyran se sintiera sola y temerosa.
Suna, la hermana menor de Seyran, inicialmente también se oponía a la decisión de su hermana. Pero después de presenciar el amor sincero entre Seyran y Ferit, comenzó a cambiar de opinión. Suna decidió apoyar a su hermana, enfrentándose juntas a la familia y la sociedad. Kazim, al ver la determinación de Seyran y Suna, comenzó a sentirse arrepentido. Recordó los momentos hermosos con su esposa e hija. El amor por sus hijas resurgió, lo que lo impulsó a querer sanar la relación. Sin embargo, la herida era demasiado profunda, y la reconciliación no sería fácil.
Mientras tanto, Halis no abandonaba su intención de separar a Seyran y Ferit. Trató de perjudicar a Ferit para hacer sufrir a Seyran y hacerla regresar a su lado. Sin embargo, el plan de Halis fue descubierto. Ferit no solo logró protegerse, sino que también obligó a Halis a pagar por sus malas acciones.