Seyran salió del restaurante, la lluvia afuera parecía fundirse con el dolor en su corazón. Cada gota de lluvia que caía sobre su mejilla era como una lágrima incontrolable. Ferit, el hombre en quien había depositado toda su confianza, había elegido a Pelin, dejándola atrás en un dolor insoportable. Al regresar a la casa que solía ser su hogar, ahora se sentía fría y distante. Seyran miró al espejo, sus ojos hinchados, su rostro marcado por las huellas de una noche de llanto. Recordaba las palabras crueles que le había dicho a su madre, Gülgün. Esas palabras, aunque nacidas del dolor, se sentían como un cuchillo clavado en el corazón de la madre que siempre la había amado. Seyran comenzó a escribir la solicitud de divorcio, la pluma temblaba sobre el papel. Sabía que era la decisión correcta, pero su corazón seguía doliendo. No podía seguir viviendo en un matrimonio sin amor ni confianza.
En ese momento, Gülgün entró en la habitación. Al ver a su hija tan destrozada, su corazón se apretó. “No mereces sufrir todo esto, Seyran. Yo cometí un error al consentir tanto a Ferit hasta que se convirtió en la persona que es ahora.” La voz de Gülgün temblaba, llena de arrepentimiento y amor. Seyran levantó la mirada hacia su madre, con los ojos rojos. Quería creer en lo que su madre decía, pero el dolor en su corazón era demasiado grande. “Mamá… no sé qué hacer.” Gülgün se acercó y la abrazó fuerte. “Siempre estaré a tu lado, Seyran. Pase lo que pase, siempre te amaré.” Seyran apoyó su cabeza en el regazo de su madre, y las lágrimas volvieron a brotar. Por primera vez en mucho tiempo, sintió calor y seguridad.
Los días siguientes, Seyran comenzó a recuperarse poco a poco. Todavía sentía dolor, pero empezó a aprender a aceptar la realidad y mirar hacia el futuro. Gülgün siempre estuvo a su lado, alentándola y consolándola. Un día, Seyran recibió una llamada de Ferit. Quería verla para disculparse. Seyran rechazó la llamada. Sabía que, por más disculpas que él dijera, las heridas que él le había causado no sanarían fácilmente. Seyran decidió comenzar una nueva vida. Encontró un nuevo trabajo, pasó más tiempo con amigos y familia. Se dio cuenta de que aún había muchas cosas hermosas esperándola. Con el tiempo, las heridas en el corazón de Seyran empezaron a sanar. Ella perdonó a Ferit, no por él, sino por sí misma. Quería liberarse del dolor del pasado para abrazar un futuro más brillante.