Pelin se encontraba serena, su mirada fija en la de Ferit. Ya no había en ella la joven enamorada que alguna vez había sido. Ahora, era una mujer segura de sí misma, con una vida construida a su alrededor. “Ferit,” comenzó, su voz firme, “sé que te cuesta aceptar esto, pero he encontrado en Kaan lo que nunca encontré en ti: estabilidad. Un hogar, un futuro. Algo que tú, con tus promesas vacías, nunca fuiste capaz de darme.” Ferit, al escuchar esas palabras, sintió un nudo en la garganta. La ira lo consumía, mezclada con un profundo dolor. Intentó menospreciar a Kaan, buscando cualquier defecto para justificar su propia incapacidad de hacer feliz a Pelin. “Él nunca podrá amarte como yo lo hago”, espetó con amargura.
Pelin lo miró con tristeza. “Ferit, el amor no se trata de palabras bonitas o promesas vacías. Se trata de acciones, de compromiso. Y tú nunca demostraste ninguno de los dos.” Seyran, quien había estado observando la escena desde lejos, se acercó. Sus ojos, llenos de decepción, se posaron en Ferit. “Basta, Ferit. Ya no quiero seguir viendo esto. Te di una oportunidad, pero tú la desperdiciaste. Ahora, por favor, déjala en paz.” Ferit se quedó petrificado. Nunca había imaginado que Seyran reaccionaría de esa manera. La mujer que siempre lo había apoyado, que siempre había estado a su lado, ahora lo rechazaba. Se sentía solo, abandonado y profundamente arrepentido. Seyran se dirigió a Pelin, tomándola de la mano. “Vamos, te prometo que encontraremos un lugar donde podamos estar tranquilas.” Las dos mujeres se alejaron, dejando a Ferit solo con sus pensamientos.
Ferit se quedó allí, mirando cómo se alejaban. Se dio cuenta de que había perdido todo lo que alguna vez había amado. Pelin, a quien había herido profundamente, y Seyran, quien había sido su refugio. La ira y el orgullo que antes lo habían cegado, ahora se habían transformado en un profundo sentimiento de soledad. Se dio cuenta de que sus acciones habían tenido consecuencias devastadoras, y que había perdido la oportunidad de ser feliz con las dos mujeres más importantes de su vida. En ese momento, Ferit se enfrentó a la realidad. Se dio cuenta de que tenía que cambiar si quería recuperar lo que había perdido. Tenía que dejar atrás su egoísmo y su orgullo, y aprender a valorar a las personas que lo amaban. La noche cayó, envolviendo a Ferit en una oscuridad que reflejaba la oscuridad de su alma. Se dio cuenta de que había cavado su propia tumba, y que ahora tendría que encontrar la fuerza para salir de ella.