Después de ser echado de la casa por Seyran, Ferit se dirigió a una casa privada que había comprado hace tiempo. Allí, junto a Pelin, trató de construir una nueva vida, una vida sin Seyran. Ferit se sumergió en el alcohol y en placeres vacíos, tratando de olvidar el dolor que atormentaba su alma. Pelin, su amiga más cercana y la mujer que siempre estuvo a su lado en los momentos difíciles, hizo todo lo posible para ayudar a Ferit a superar esta oscura etapa. Ella sabía que Ferit aún amaba a Seyran y no quería verlo sufrir de esa manera. Sin embargo, Ferit no quería escuchar sus consejos. Decidió que se iría del país, hacia Nueva York, para comenzar una nueva vida.
Cuando Pelin se enteró de la decisión de Ferit, se sintió profundamente angustiada. No quería perder a Ferit, pero tampoco podía detenerlo. Finalmente, tomó una decisión que sabía que traería muchas complicaciones: le informó a Seyran sobre los planes de Ferit. Seyran recibió el mensaje de Pelin una noche tarde. Leyó el mensaje una y otra vez, llena de emociones encontradas. Por un lado, quería que Ferit pagara por lo que había hecho, pero por otro lado, todavía lo amaba y no quería verlo sufrir. Seyran reflexionó mucho sobre su decisión. Sabía que si dejaba que Ferit se fuera, tal vez esa sería la última oportunidad para olvidarlo. Pero tampoco quería dejarlo ir tan fácilmente. Al final, Seyran decidió actuar.
Fue a la casa donde Ferit se refugiaba. Al verlo de nuevo, Seyran sintió que su corazón se rompía en mil pedazos. Miró sus ojos tristes y no pudo contener las lágrimas. Seyran le dijo a Ferit que aún lo amaba, pero que no podía perdonar lo que había hecho. Quería que él asumiera las consecuencias de sus acciones. Ferit escuchó a Seyran con el corazón hecho pedazos. Se dio cuenta de lo grande que había sido su error y se arrepintió profundamente.