Un día, Joaquín fue invitado a un festival de toros. Decidió ir acompañado de Miriam, pensando que sería una oportunidad para olvidar las preocupaciones de la vida diaria. En el festival, Joaquín y Miriam se divirtieron juntos. Rieron, bailaron y bebieron vino. Joaquín se sintió como si estuviera viviendo un sueño. Olvidó sus responsabilidades, olvidó a su esposa que lo esperaba en casa.
Cuando cayó la noche, Joaquín y Miriam dieron un paseo por el parque. Se sentaron en un banco, mirando el cielo estrellado. Joaquín sintió una calidez recorrer su cuerpo. Quería besar a Miriam, pero se contuvo. De repente, Joaquín recordó a su esposa. Pensó en sus sonrisas, en sus abrazos y en sus palabras de amor. Se sintió culpable por haberla engañado.
Joaquín se levantó y le dijo a Miriam que debía irse. Miriam lo miró con los ojos llenos de decepción. Ella sabía que él la estaba dejando. Joaquín salió del parque, sintiendo un peso en el corazón. Sabía que había herido a Miriam, pero no podía seguir engañándose a sí mismo. Tenía que regresar con su esposa y su familia.