Joaquín, un hombre dividido entre la pasión y la moral, se encontraba en su despacho tras el caótico encuentro con Miriam. La chispa entre ellos había sido inevitable, pero Jesús, su compañero de trabajo y amigo cercano, lo había visto todo. La revelación dejó a Joaquín paralizado, temiendo las consecuencias no solo en su vida profesional, sino también en su relación con Gema, su pareja de años.
Al día siguiente, Miriam llegó temprano al despacho. Estaba radiante, con una mezcla de felicidad y nerviosismo. Sin rodeos, le propuso a Joaquín seguir con sus encuentros secretos. Su entusiasmo era contagioso, pero Joaquín no podía ignorar el peso de su conciencia. —Miriam, esto no es justo para ninguno de los dos —le dijo con voz grave—. No puedo mantener esta doble vida, aunque desee tenerte cerca. Miriam, sorprendida y herida, intentó convencerlo. —¿Y si nos conformamos con lo que podamos tener? No necesito más, Joaquín.
Pero Joaquín negó con la cabeza. —No sería feliz así, y a la larga, tú tampoco. Amo a Gema de una manera diferente, pero no sé si estoy enamorado de ella. Y tú… tú mereces algo más que ser mi amante en secreto.nJesús, quien había guardado silencio hasta entonces, finalmente enfrentó a Joaquín en privado. —No puedes seguir lastimando a dos mujeres. Haz lo correcto, Joaquín. Decide por amor, no por miedo. Esa noche, Joaquín habló con Gema y le confesó su confusión. Fue un momento desgarrador, pero necesario. Con Miriam, decidió despedirse con un beso lleno de tristeza y gratitud. Aunque sus caminos se separaron, ambos sabían que su historia siempre sería inolvidable.