Luz y Alberto, dos almas gemelas, habían pasado meses buscando a la madre del niño que habían encontrado por casualidad junto al camino. Las pistas dispersas los llevaron a un pequeño pueblo, escondido entre colinas verdes. Allí, escucharon hablar de una joven que vivía sola en una casa pequeña y aislada. Había rumores sobre un pasado doloroso y un hijo desaparecido.
Con el corazón lleno de esperanza y preocupación, Luz y Alberto se dirigieron a esa casa. La puerta se abrió ligeramente, revelando una habitación oscura y sencilla. La mujer estaba sentada junto a la ventana, su mirada perdida en la distancia. Al ver a Luz con el niño en brazos, sus ojos brillaron con una luz tenue. Era María, la mujer que habían estado buscando. El encuentro entre María y el niño se desarrolló en un ambiente tenso. Al principio, el niño mostró miedo, pero poco a poco comenzó a notar las semejanzas en el rostro de su madre. María abrazó al niño fuertemente, las lágrimas recorriendo su rostro demacrado.
Luz y Alberto observaron la escena con el corazón roto. Sabían que este era el momento que María había esperado durante tantos años. Sin embargo, también se dieron cuenta de que la vida actual de María era muy difícil. Vivía sola, sin trabajo estable, y su casa era pequeña y carecía de lo esencial. Luz y Alberto se encontraron en una situación difícil. Por un lado, querían cumplir su misión de llevar al niño con su familia biológica. Por otro lado, temían que el niño tuviera que enfrentarse a una vida difícil si viviera con su madre.
En los días siguientes, Luz y Alberto pasaron mucho tiempo observando y conversando con María. Intentaron entender mejor su vida y la razón por la cual tuvo que abandonar a su hijo. A través de las historias que María les contó, Luz y Alberto comenzaron a darse cuenta de que ella era una madre amorosa. Había tomado una decisión dolorosa debido a las circunstancias que la obligaron.
Después de muchas noches de insomnio, Luz y Alberto tomaron una decisión difícil. Decidieron dejar al niño con María, pero al mismo tiempo la apoyarían financieramente y ayudarían a estabilizar su vida. Creían que esa era la mejor manera de garantizar un futuro feliz para el niño. La decisión de Luz y Alberto causó muchas controversias. Algunos pensaban que habían sido egoístas al mantener al niño con ellos. Sin embargo, Luz y Alberto sabían que habían hecho lo correcto. No solo ayudaron a un niño a encontrar a su madre, sino que también ayudaron a una madre a recuperar la esperanza.