Gema, con el rostro radiante, compartió la buena noticia con Miriam: “¡Joaquín y yo vamos a tener un bebé!” Miriam intentó sonreír, pero su corazón se sentía como si fuera aplastado. Siempre había admirado a Joaquín, su jefe, un hombre inteligente, elegante y cálido. Pero más que eso, ella sentía por él un amor más profundo, un sentimiento que siempre trató de ocultar. Durante todo el tiempo que trabajaron juntos, Miriam siempre percibió el interés especial que Joaquín le mostraba. Esos miradas cariñosas, esas frases aparentemente inocentes pero llenas de significado, esas largas conversaciones… todo eso la hacía creer que había un vínculo especial entre ellos. Pero ahora, al escuchar que él pronto se casará y tendrá un hijo, se dio cuenta de que solo había sido una ilusión, un sueño que no se podía hacer realidad.
Joaquín, sin saber nada de los sentimientos conflictivos de Miriam, continuaba tratándola como siempre. Seguía acercándose a su escritorio, preguntando por su trabajo y, a veces, bromeando con ella. Pero Miriam había cambiado. Se volvió fría, hablaba menos y siempre evitaba su mirada. El cambio de actitud de Miriam dejó a Joaquín desconcertado y preocupado. No entendía por qué ella se había vuelto tan distante. Intentó averiguar la causa, pero Miriam siempre encontraba la manera de evadirlo. “¿Qué pasa, Miriam? Pareces triste,” preguntó Joaquín, con voz preocupada. Miriam negó con la cabeza, intentando contener las lágrimas. “No es nada, Joaquín. Solo estoy un poco cansada.”
Mientras tanto, Gema notaba la tensión entre Miriam y Joaquín. No entendía por qué su amiga se comportaba de manera tan extraña. Intentó preguntarle, pero Miriam solo evadió la respuesta. Joaquín, atrapado entre dos relaciones, no sabía qué hacer. Amaba a Gema y quería construir una familia feliz con ella. Pero también no podía negar que sentía algo especial por Miriam. Comenzó a darse cuenta de que su falta de claridad había causado mucho dolor a las personas a su alrededor.