Gema miró en silencio a María, intentando encontrar una respuesta en sus ojos rojos. Comprendía el dolor que María estaba atravesando, pero no podía estar de acuerdo con su decisión. “María, te estás haciendo daño a ti misma,” dijo Gema suavemente, “Mereces ser tratada mejor que esto. No tienes que soportar todo esto sola.” María negó con la cabeza, las lágrimas comenzaron a brotar de nuevo. “Lo sé, Gema. No puedo olvidar esa noche, la noche en que él llamó el nombre de Begoña. Me sentí tan pequeña y sin valor.” Apoyó su cabeza sobre el hombro de Gema, buscando consuelo.
El tiempo pasó, pero las heridas en el corazón de María aún no sanaban completamente. Intentaba concentrarse en el trabajo, en otras relaciones, para olvidar el dolor. Pero la imagen de Andrés y Begoña seguía persiguiéndola. Cada vez que veía una pareja feliz, su corazón se apretaba. Un día, María se encontró casualmente con Andrés en una cafetería. Él parecía agotado y demacrado. Al ver a María, dudó por un momento, luego se acercó. “María, ¿podemos hablar?” María se sorprendió, pero asintió. Buscaron un rincón tranquilo para conversar. Andrés comenzó a hablar sobre los días después de la ruptura. Se dio cuenta de que había cometido un error al perder a María. Se arrepentía y quería empezar de nuevo.
María escuchaba las palabras de Andrés, pero en su corazón aún había muchas dudas. No sabía si debía creer en sus promesas. ¿Realmente había cambiado? ¿O solo era otro engaño? Después de pensar un rato, María tomó su decisión. Le dijo a Andrés que necesitaba tiempo para pensar. Necesitaba estar segura de que él realmente se arrepentía y que no repetiría los errores del pasado. Andrés comprendió la decisión de María. Sabía que tendría que esforzarse mucho para recuperar su confianza. Le prometió que esperaría y que nunca la haría sentir decepcionada de nuevo.