Santos, con la impaciencia carcomiéndole por dentro, se enfrentó a Petra. Sus ojos ardían de ira y sus puños se cerraban con fuerza. “No puedo seguir esperando, Petra. Necesito saber la verdad sobre mi madre. Tengo que enfrentar a mi padre”. Petra, con la calma que la caracterizaba, posó una mano en su hombro. “Santos, entiendo tu dolor, pero actuar impulsivamente solo empeorará las cosas. La Marquesa tiene un plan, y si nos precipitamos, podríamos arruinarlo todo”. Santos se sintió como un león enjaulado, a punto de estallar. La idea de que su madre hubiera sufrido y que su padre estuviera involucrado de alguna manera lo consumía por dentro. Pero Petra tenía razón, debía ser paciente. La espera era tortuosa, cada día se sentía como una eternidad.
Sin embargo, una mañana, Cruz llegó con noticias que encenderían una nueva llama de esperanza en el corazón de Santos. “He encontrado algo, Santos”, dijo, su voz grave y llena de significado. “Algo que podría llevarnos a la verdad”. Con el corazón acelerado, Santos escuchó atentamente mientras Cruz detallaba un descubrimiento crucial: un viejo diario que podría contener las respuestas que tanto buscaba. La esperanza volvió a brillar en los ojos de Santos. Con el diario en sus manos, se sintió más cerca que nunca de descubrir la verdad sobre la muerte de su madre. Pero también sabía que el camino sería peligroso. La Marquesa no se detendría ante nada para proteger sus secretos. Santos y Cruz se reunieron en secreto para estudiar el diario. Las páginas amarillentas estaban llenas de anotaciones y dibujos que revelaban una historia mucho más compleja de lo que Santos había imaginado. A medida que avanzaban en la lectura, descubrían conexiones entre su familia, la Marquesa y oscuros acontecimientos del pasado.
Con el corazón lleno de rabia y determinación, Santos decidió que había llegado el momento de actuar. Junto a Cruz y Petra, elaboró un plan para confrontar a su padre y a la Marquesa. Sabían que sería peligroso, pero estaban dispuestos a arriesgarlo todo para descubrir la verdad y hacer justicia. La noche de la confrontación llegó cargada de tensión. Santos, con el diario en mano, se enfrentó a su padre. Las palabras salieron de su boca como flechas envenenadas, acusándolo de todos los crímenes que había cometido. La Marquesa, sorprendida por la audacia de Santos, trató de negar todo, pero las pruebas eran irrefutables.
La verdad salió a la luz, dejando a todos conmocionados. Santos había logrado su objetivo, pero el precio había sido alto. Su familia quedó destrozada y su relación con su padre irreparablemente dañada. A pesar del dolor, Santos se sentía liberado. Había descubierto la verdad sobre la muerte de su madre y había logrado hacer justicia. Con el corazón pesado, Santos se alejó de la mansión, dejando atrás el pasado y mirando hacia un futuro incierto. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero estaba decidido a reconstruir su vida y a honrar la memoria de su madre.