En una tarde tranquila, bajo la sombra de los árboles del parque, Catalina estaba sentada en un banco de piedra, mirando al horizonte. Estaba reflexionando sobre las confesiones que acababa de escuchar de Pelayo, el hombre que una vez había amado. Pelayo, con una expresión llena de remordimiento, confesó que su verdadera intención al llegar a La Promesa no era buscar un amor sincero con ella, sino investigar a su familia. La confesión fue como una cuchillada en el corazón de Catalina, haciéndola sentir traicionada y profundamente herida. Catalina no podía creer que el hombre en quien había confiado pudiera mentirle de esa manera. Se sintió insultada y despreciada. No podía aceptar tal engaño, así que decidió cortar toda relación con Pelayo.
Catalina se levantó, caminó rápidamente, dejando a Pelayo allí, lleno de arrepentimiento y sufrimiento. No quería verlo más, ni escuchar su voz. Quería olvidar los hermosos recuerdos que una vez compartieron. Mientras tanto, Pelayo se sentía extremadamente arrepentido por lo que había hecho. Sabía que había cometido un error al engañar a Catalina. La amaba sinceramente y no quería hacerle daño. Pelayo intentó explicarle a Catalina, pero ella no quería escuchar. Estaba demasiado herida y no podía perdonarlo. Pelayo se sintió desesperado y sin esperanza. No sabía qué hacer para recuperar la confianza de Catalina. Un día, mientras paseaba por el parque, Catalina se desmayó repentinamente. Estaba sufriendo un golpe de calor y deshidratación. La sirvienta Teresa la encontró y llamó a un médico.
Cuando Catalina despertó, vio a Teresa sentada junto a su cama. Teresa la miraba con una expresión llena de preocupación. Catalina sintió un poco de calor en esa mirada. Teresa le dijo a Catalina que entendía lo que estaba pasando. También le dijo que creía que Catalina era una mujer fuerte y que superaría este difícil momento. Las palabras de Teresa tocaron el corazón de Catalina. Se sintió consolada y apoyada. Sabía que no estaba sola. Catalina comenzó a recuperarse lentamente. Aún le dolía la traición de Pelayo, pero no iba a dejar que eso la derrumbara. Decidió concentrarse en su vida y no permitir que el pasado interfiriera en su futuro.
Un tiempo después, Catalina se encontró nuevamente con Pelayo. Él fue a disculparse y prometió que nunca más la engañaría. Catalina todavía tenía dudas, pero decidió darle una oportunidad para demostrar su cambio. Pelayo hizo todo lo posible por recuperar la confianza de Catalina. Siempre estuvo a su lado cuando lo necesitaba. También la ayudó en su trabajo y en su vida diaria. Poco a poco, Catalina comenzó a confiar en Pelayo de nuevo. Se dio cuenta de que él había cambiado y ya no era el hombre que mentía como antes. Catalina y Pelayo superaron las dificultades y comenzaron una nueva vida juntos. Se amaban sinceramente y se valoraban mutuamente. Sabían que el amor era un regalo precioso que debía ser apreciado y protegido.