Manuel, con el corazón destrozado por la pérdida de Jana, se aferraba a cualquier detalle que pudiera arrojar luz sobre sus últimos momentos. Teresa, la vieja sirvienta, fue su primera parada. Con voz temblorosa, la mujer reveló un detalle desconcertante: Jana, en sus últimos días, había mostrado un extraño apego a objetos de su pasado como sirvienta, ignorando por completo las nuevas pertenencias que Manuel le había regalado. Intrigado y cada vez más sospechoso, Manuel buscó respuestas en Gloria. Con voz firme, exigió saber por qué ella y Cruz habían decidido aislar a Jana de sus amigos. Gloria, sorprendida por la acusación, trató de justificar sus acciones, pero Manuel no estaba convencido. Sus sospechas se intensificaron cuando notó un rastro de culpa en los ojos de Gloria.
Mientras tanto, Petra, siempre alerta a cualquier amenaza a sus planes, se percató de la creciente inquietud de Manuel. Sabía que si la verdad salía a la luz, todo su elaborado engaño se vendría abajo. Corrió a advertir a la Marquesa, quien, a pesar de su aparente calma, sentía una punzada de miedo. Cruz, comprendiendo la gravedad de la situación, tomó una decisión drástica. Con una frialdad que sorprendió a todos, despidió a la señora Ros, la antigua institutriz de Jana. Al eliminar a uno de los testigos clave, Cruz creía estar poniendo fin a cualquier posibilidad de que la verdad saliera a la luz. Sin embargo, su acción solo sirvió para encender aún más la llama de la curiosidad de Manuel.
Determinado a descubrir la verdad, Manuel comenzó a investigar por su cuenta. Buscó en los diarios de Jana, en sus pertenencias personales, y en cada rincón de la mansión. Fue durante una de sus búsquedas que encontró una carta oculta, escrita por Jana a una amiga de la infancia. En la carta, Jana confesaba sentirse atrapada en una vida que no era suya y expresaba su temor a que algo terrible le estuviera ocurriendo. Con esta nueva evidencia en mano, Manuel se sintió más cerca de la verdad. Comprendió que Jana había sido víctima de una conspiración, y que las personas en las que más confiaba eran las que la habían traicionado. Armados con esta revelación, Manuel y Petra decidieron unir fuerzas para desenmascarar a los culpables.
La verdad, cuando finalmente salió a la luz, fue más oscura y compleja de lo que cualquiera había imaginado. Detrás de la fachada de la aristocracia y la riqueza, se escondía una red de secretos, mentiras y manipulaciones. Y en el centro de todo ello se encontraba la Marquesa, quien, impulsada por una sed de poder insaciable, había orquestado una trama macabra para eliminar a cualquiera que se interpusiera en su camino. La historia de Jana se convirtió en un escándalo que sacudió a toda la sociedad. Los culpables fueron llevados ante la justicia, y Manuel, aunque no pudo traer a Jana de vuelta, al menos pudo darle la paz que ella merecía. Y así, la verdad, aunque dolorosa, finalmente prevaleció.