En un bosque tranquilo, lejos del lujoso palacio, María Fernández, una hermosa doncella, está huyendo de los soldados que la persiguen. Se vio obligada a escapar después de ser descubierta en una relación amorosa con Samuel, otro sirviente. María y Samuel se habían amado durante mucho tiempo, pero sabían que su amor estaba prohibido. Samuel era hijo de otro sirviente, y María era hija de un vendedor ambulante. Provenían de dos clases sociales diferentes y no se les permitía estar juntos. Sin embargo, su amor era demasiado fuerte para ser detenido. Encontraron refugios secretos donde podían verse y susurrarse palabras de amor. Soñaban con el día en que podrían escapar del palacio y vivir una vida en libertad.
Un día, mientras se escondían en un bosque, fueron descubiertos por los soldados. Los capturaron y los llevaron ante el rey. El rey estaba furioso por la traición de María y Samuel. Ordenó que fueran castigados con la decapitación. Sin embargo, antes de ser ejecutados, se les ofreció una última oportunidad para renunciar a su amor. Ellos se negaron. María y Samuel fueron llevados al lugar de la ejecución. Se tomaron de las manos y se miraron con ojos llenos de amor. Sabían que esa sería la última vez que se verían.
Cuando los soldados se preparaban para decapitarlos, María y Samuel se dieron un último beso. Ese beso era una promesa de que se amarían para siempre, sin importar dónde estuvieran o qué les pasara. Después de la ejecución de María y Samuel, la noticia de su muerte se propagó por todo el palacio. Todos lamentaron la pérdida de dos jóvenes llenos de amor. El rey se arrepintió de haber ordenado la ejecución de María y Samuel. Se dio cuenta de que el amor era algo valioso y no debía ser prohibido. Desde entonces, el rey nunca volvió a impedir que nadie se enamorara. Permitió que todos tuvieran la libertad de elegir a quien amar.