Catalina está frente al espejo, mirando su reflejo. Lleva un vestido de novia blanco inmaculado, el cabello peinado de manera ordenada y su rostro ligeramente maquillado. Pero la belleza exterior no puede ocultar la tristeza en sus ojos. En solo unos minutos, ella caminará por el pasillo para casarse con el hombre que ama y en quien confía. Pero ahora, todas sus esperanzas y sueños se están desmoronando. Pelayo, el hombre que ama, ha huido, dejando solo una carta breve que le entregó el señor Pellicer.
Catalina se desploma en la habitación, las lágrimas fluyen. No puede creer que el hombre que ama la haya traicionado de esa manera. Se siente herida y traicionada, como si todo su mundo estuviera derrumbándose frente a ella. Su familia está sumida en el caos. Sus padres no pueden entender por qué Pelayo huyó. Su hermano está furioso y quiere vengarse. Y Catalina, solo quiere escapar de todo, no quiere enfrentar la cruel realidad.
Catalina cierra su corazón, no quiere hablar con nadie. Se hunde en el dolor y la soledad. No sabe cómo superar este golpe. Con el tiempo, Catalina comienza a recuperar la calma. Se da cuenta de que no puede permitir que el dolor la destruya para siempre. Debe levantarse y enfrentar la vida. Catalina empieza a enfocarse en su trabajo. Pasa más tiempo con su familia y amigos. Participa en actividades sociales y busca la felicidad en las pequeñas cosas.