La noticia sobre una chica gravemente herida en el hospital llegó rápidamente a oídos de Manuel, lo que lo hizo no poder quedarse quieto. Corrió hacia el hospital con la esperanza de encontrar a Jana, la chica que había amado durante tantos años, la única que creía que podría ayudarlo a liberarse de los oscuros secretos del pasado. Pero cuando llegó, vio a la chica acostada inmóvil en la cama de hospital, su corazón se hundió en una profunda desesperación. Esa no era Jana, era una chica desconocida, con graves heridas en su cuerpo. Sin duda, había sido atacada, y eso hizo que Manuel temiera lo peor. Esa chica era la única testigo que conocía los oscuros secretos de Cruz y Petra, secretos que ellos habían intentado ocultar.
Manuel sintió un escalofrío recorrer su espalda al recordar las reuniones sospechosas entre Cruz y Petra, las mentiras que habían usado para ocultar la verdad. No podía creer que, en este juego de poder y engaños, él hubiera sido arrastrado a una conspiración tan peligrosa. Esa chica, aunque no fuera Jana, podría ser la clave para destapar todos los secretos. Mientras tanto, Cruz y Petra, sabiendo que esta chica representaba una amenaza para ellos, ya estaban tramando un plan para silenciarla antes de que la verdad saliera a la luz. Estaban dispuestos a hacer lo que fuera necesario para evitar que la chica revelara todo, incluso si eso significaba acabar con su vida.
Manuel se quedó en silencio en la oscuridad del hospital, sintiendo una creciente culpa al darse cuenta de que había sido engañado durante tanto tiempo. Tenía que actuar rápidamente, o la verdad se enterraría para siempre y no tendría nunca la oportunidad de salvar a Jana. Con una determinación firme, intentó acercarse a la chica herida, con la esperanza de que ella le diera una pista para liberarse del control de Cruz y Petra. Sin embargo, cuando entró en la habitación, la chica abrió los ojos, lo miró con una expresión llena de desconfianza y miedo, como si supiera que su vida estaba siendo amenazada en cada momento.