Catalina entró en la iglesia con el corazón roto. Había venido para enfrentarse a Pelayo, quien había cancelado su boda solo unos días antes. Quería saber por qué lo había hecho. Pelayo la esperaba dentro de la iglesia. La miraba con ojos llenos de culpa. Sabía que la había lastimado, pero no sabía cómo reparar todo. Catalina comenzó a hablar. Le preguntó por qué había cancelado la boda. Quería saber si aún la amaba. Pelayo admitió que había cometido un error. Le dijo que no debió dejarse convencer por Cruz. Le aseguró que realmente la amaba.
Catalina lo miró con desconfianza. No podía creer que él pudiera cambiar de un día para otro. Le dijo que no podía perdonarlo. Pelayo intentó explicarse. Le dijo que había cambiado. Le prometió que haría lo que fuera necesario para recuperar su confianza. Catalina negó con la cabeza. Le dijo que era demasiado tarde. Le dijo que ya no podía amarlo. Pelayo se sintió desesperado. Sabía que había perdido a Catalina. Salió de la iglesia con el corazón roto. Catalina permaneció sola en la iglesia, con lágrimas corriendo por sus mejillas. Sabía que su vida ya nunca sería la misma. Sabía que tendría que empezar de nuevo.
Catalina salió de la iglesia y comenzó una nueva vida. Se centró en su trabajo y pasó tiempo con sus amigos y familia. Intentó olvidar a Pelayo y el dolor que él le había causado. Un día, Catalina conoció a un hombre llamado Carlos. Carlos era un hombre bueno y amable. Él hizo que Catalina se sintiera amada y apreciada. Catalina comenzó a pasar tiempo con Carlos. Salían juntos, hablaban de sus sueños y esperanzas. Catalina comenzó a sentirse feliz por primera vez desde su ruptura con Pelayo. Un día, Carlos le pidió matrimonio a Catalina. Ella se sorprendió, pero también se alegró mucho. Había encontrado su verdadero amor.
Catalina y Carlos se casaron y vivieron felices. Tuvieron dos hijos y una vida llena de alegría. Catalina nunca olvidó a Pelayo, pero tampoco permitió que él interfiriera en su felicidad. Catalina aprendió una lección valiosa de su experiencia. Aprendió que no todos son dignos de confianza. También aprendió que merecía amor y respeto. Catalina superó el dolor y encontró la felicidad. Aprendió que la vida es un viaje y que debemos seguir adelante, incluso cuando estamos heridos.