Catalina no podía creer lo que oía cuando Pelayo admitió que Cruz le había pagado para seducirla. Se sintió traicionada y profundamente herida. No podía creer que el hombre al que amaba pudiera vender su amor de esa manera. Catalina decidió cortar todo contacto con Pelayo. No quería verlo más, no quería escuchar su voz, no quería recordarlo. Lo odiaba por haberla engañado y herido. Catalina compartió su secreto con Simona, su mejor amiga. Simona se sintió conmocionada y furiosa por la acción de Pelayo. Confortó a Catalina y le dijo que siempre estaría a su lado. Catalina decidió enfrentarse a Cruz. Quería hacerle saber que sabía todo y que no lo perdonaría. Quería que él pagara por lo que le había hecho.
Cruz intentó explicarse a Catalina, pero ella no quería escuchar. Solo quería que él desapareciera de su vida. Catalina se fue, dejando a Cruz confundido y arrepentido. Sabía que había hecho mal, pero no sabía cómo arreglar su error. Catalina y Simona continuaron con sus vidas, pero no podían olvidar lo que había sucedido. Catalina seguía herida y furiosa, pero también decidida a no dejar que Cruz la derrotara. Cruz se sentía culpable y arrepentido. Sabía que había lastimado a Catalina y quería disculparse. Pero también sabía que Catalina no lo perdonaría fácilmente.
Cruz decidió enfrentarse a Catalina una vez más. Quería decirle que la amaba y que nunca la lastimaría de nuevo. Catalina escuchó la disculpa de Cruz, pero todavía tenía dudas. No estaba segura de si podría confiar en él nuevamente. Cruz sabía que tenía que demostrarle a Catalina que había cambiado. Comenzó cambiando su comportamiento. Se volvió más amable y atento con Catalina. Catalina comenzó a notar el cambio en Cruz. Empezó a sentirse confiada en él nuevamente. Un día, Cruz le pidió matrimonio a Catalina. Ella se sorprendió y se sintió feliz. Aceptó casarse con él. Catalina y Cruz se casaron y vivieron felices. Aprendieron que el amor es perdón y sacrificio. También aprendieron que nadie es perfecto y que todos cometemos errores.