En un pequeño pueblo en México, había una joven llamada María, hija de un campesino pobre. María era una chica hermosa y bondadosa, muy querida por todos. También era una persona muy devota, que asistía con frecuencia a la iglesia para orar. Un día, María conoció a un joven llamado Samuel, un sacerdote recién llegado al pueblo. Samuel era un hombre inteligente y amable, y María rápidamente se sintió atraída por él. Comenzaron a conversar y poco a poco se hicieron amigos. Un día, cuando María ayudaba a Samuel a reparar la iglesia, se tocaron accidentalmente. Una chispa de electricidad recorrió sus cuerpos, y se dieron un beso. Ese beso cambió sus vidas para siempre.
María y Samuel se enamoraron profundamente, pero sabían que su amor estaba prohibido. Samuel era sacerdote y había hecho un voto de celibato. María también era muy devota y sabía que su pecado era grande. Sin embargo, no podían negar sus sentimientos. Continuaron viéndose en secreto, compartiendo besos y susurros de amor. Soñaban con el día en que pudieran estar juntos, pero también sabían que eso era solo un sueño lejano. Un día, el secreto de María y Samuel fue descubierto. La gente del pueblo comenzó a murmurar, y Samuel fue obligado a dejar el pueblo. María sufrió profundamente, pero sabía que no había otra opción. Samuel se fue, dejando a María sola con su dolor y soledad. No podía olvidar su amor por Samuel, y decidió buscar una manera de recuperarlo.
María comenzó a investigar sobre el pasado de Samuel. Descubrió que él había tenido una novia, pero ella había muerto en un accidente de automóvil. Samuel había sido profundamente herido y decidió convertirse en sacerdote. María entendió que el dolor de Samuel era la razón por la que no podía amar a nadie más. Decidió ayudarlo a superar ese dolor, para que pudieran estar juntos. María comenzó a pasar más tiempo con Samuel. Lo escuchaba, compartía sus sentimientos y lo ayudaba a enfrentar su pasado. Poco a poco, Samuel comenzó a abrir su corazón a María. Se dio cuenta de que el amor de María era real y que ya no podía negarlo. Un día, Samuel decidió renunciar a su cargo de sacerdote. Quería vivir una vida normal, al lado de la mujer que amaba. María estaba inmensamente feliz. Finalmente, podrían estar juntos.