Bajo el brillante sol de una mañana de verano, María Fernández, una nueva sirvienta, estaba limpiando la habitación de Jana, la hija de la Marquesa. De repente, se sintió cansada y no pudo continuar con su trabajo. Decidió descansar un momento en la habitación de Jana. Poco después, Petra, la ama de llaves de la Marquesa, entró en la habitación. Al ver a María durmiendo en la cama de Jana, se enfureció. Gritó a María y la despidió de inmediato. María quedó en shock y no sabía qué hacer. No había hecho nada malo, pero aun así fue despedida. Salió de la mansión, sintiéndose herida y confundida.
Mientras tanto, Jana trataba de encontrar una forma de ayudar a María. Sabía que Petra había despedido a María de manera injusta. Decidió ir a ver a la Marquesa para pedir su ayuda. La Marquesa escuchó la historia de Jana y aceptó ayudarla. Sin embargo, puso una condición: Jana debía ayudarla a recuperar un objeto importante de Petra. Jana aceptó. Sabía que era una tarea difícil, pero estaba dispuesta a hacer lo que fuera para ayudar a María. Mientras tanto, Petra estaba conspirando para vengarse de Jana. Estaba molesta porque Cruz había elegido a doña Pía como su sirvienta personal en lugar de a ella. Decidió descubrir el secreto de Jana y hacer que ella perdiera su trabajo.
Jana y Petra comenzaron un peligroso juego de inteligencia. Ambas tenían sus propios objetivos y estaban dispuestas a hacer lo que fuera para alcanzarlos. Finalmente, Jana logró recuperar el objeto importante de Petra. Se lo entregó a la Marquesa, y la Marquesa ayudó a Jana a recuperar su trabajo. Petra fue despedida por robo. Fue expulsada de la mansión y nunca volvió a entrar. Jana y María se convirtieron en grandes amigas. Trabajaron juntas y vivieron felices en la mansión de la Marquesa.