El pasado 24 de enero, la Reina Sofía hizo una aparición que no pasó desapercibida en la celebración del 150º aniversario de la inauguración del Palacio de la Ópera Garnier en París, un evento de gran relevancia en el mundo de la cultura.
La madre del Rey Felipe VI, con su característico estilo elegante y sobrio, fue una de las invitadas de honor a esta conmemoración, que reunió a destacadas figuras del mundo artístico y cultural.
La Reina Sofía, conocida por su pasión por las artes y la cultura, mostró nuevamente su amor por estos ámbitos al participar en este evento histórico.
Para la ocasión, optó por un vestido largo de color azul cobalto, una elección que deslumbró a todos los presentes.
El vestido, que resplandecía por sus detalles de pedrería, seguía su estilo clásico, con mangas brillantes y una banda que atravesaba el vestido hasta la cadera, dándole un toque sofisticado y elegante.
La Reina Sofía combinó su atuendo con un collar de perlas doble y un delicado broche, mientras que optó por pendientes sencillos para no restar protagonismo a la prenda.
Al llegar al evento, la Reina Sofía lució una capa negra que la protegía del frío parisino sin perder ni un ápice de elegancia. Su presencia fue destacada no solo por su impecable vestuario, sino también por la calidez de su actitud.
Con una sonrisa constante, la Reina Sofía saludó a los asistentes con cercanía, mostrando una gran simpatía y demostrando, una vez más, por qué es tan querida por el público.
Esta aparición de la Reina Sofía en la Ópera Garnier tiene además un gran valor histórico.
En 1875, hace exactamente 150 años, la Reina Isabel II de España, tatarabuela del Rey Juan Carlos, estuvo presente en la inauguración de la Ópera Garnier.
Este evento, al igual que el de este año, estuvo marcado por la asistencia de importantes personalidades, y el acto se celebró con una interpretación de obras de compositores como Auber, Halévy y Meyerbeer.
La Reina Isabel II, aunque ya había abdicado en 1868, acudió al evento junto a su hijo, el Rey Alfonso XII, y su presencia en la inauguración quedó registrada como un hito en la historia.
Durante el intermedio, la Reina Isabel II rompió con una norma de la época al ingresar al vestíbulo del edificio, un espacio en ese momento reservado solo para hombres.
Este gesto simbólico fue un precursor de la apertura de espacios para mujeres en la sociedad de la época.
La Reina Sofía, al igual que su antecesora, hizo de este evento una nueva página en la historia de la familia real española.
Aunque la conexión entre ambas es meramente simbólica, la Reina Sofía se ha hecho eco de este legado al estar presente en un evento de gran significación cultural.
La Ópera Garnier, diseñada por el arquitecto Charles Garnier en el siglo XIX, es uno de los edificios más emblemáticos de París y sigue siendo un centro importante para las artes escénicas.
La construcción de la ópera fue impulsada por Napoleón III y su arquitectura refleja la opulencia y el esplendor de la época.
Hoy en día, la Ópera Garnier sigue siendo un símbolo del arte y la cultura, y la Reina Sofía se sumó a este simbolismo con su elegante presencia.
Además de su elegancia, la Reina Sofía fue reconocida por su dedicación al servicio público y a la cultura, y por ello recientemente fue condecorada por su hijo, el Rey Felipe VI, con el Toisón de Oro, una de las distinciones más importantes de la Corona española.
Esta distinción, que solo ha sido entregada a un número reducido de personas a lo largo de la historia, es un reconocimiento a los años de servicio de la Reina Sofía en favor de la sociedad española y de la monarquía.
Este gesto de su hijo refleja el respeto y la admiración que la familia real tiene por ella.
La Reina Sofía continúa siendo una figura central de la monarquía española, demostrando una gran dedicación tanto en el ámbito institucional como en su amor por la cultura.
