María Fernández, con el corazón lleno de compasión, no pudo ignorar el destino de Samuel. Descubrió que este joven, con su aspecto apacible y ojos tristes, había sido enviado por sus propios padres al seminario. Esperaban que el camino religioso ayudara a Samuel a escapar de la pobreza y tener una vida estable. Sin embargo, María se dio cuenta de que Samuel no tenía ninguna pasión por la religión, y que la vida monástica a la que había sido forzado lo estaba destruyendo espiritualmente. Preocupada por el futuro de Samuel, María comenzó a planear en secreto cómo ayudarlo a escapar de allí. Hizo todo lo posible para acercarse a Samuel, compartiendo con él historias sobre la vida fuera del convento, sobre el amor, los sueños y las experiencias que un joven debería vivir. Poco a poco, una chispa de esperanza brilló en los ojos tristes de Samuel. Empezó a darse cuenta de que no pertenecía a ese lugar y deseaba vivir una vida libre.
En una ocasión, María oyó una conversación sospechosa entre la señora Ros y la Marquesa. Las dos mujeres estaban conspirando para eliminar a Jana, la joven hermosa y talentosa. María se estremeció al escuchar las amenazas y los planes malvados de ellas. Se dio cuenta de que, detrás de su apariencia elegante y educada, la Marquesa era una mujer astuta y despiadada. No pudiendo permitir que este complot siguiera adelante, María compartió todo con Teresa, su amiga cercana y de confianza. Juntas idearon un plan para descubrir la verdad y proteger a Jana. Decidieron recopilar pruebas sobre la conspiración y denunciarla al padre Ignacio.
Sin embargo, esclarecer la verdad no fue nada fácil. La Marquesa era una mujer poderosa y tenía muchas conexiones. Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para proteger su secreto. María y Teresa enfrentaron muchos peligros y dificultades, pero no se rindieron. Durante la investigación, María y Teresa descubrieron secretos sorprendentes sobre la familia de la Marquesa. Descubrieron que la Marquesa había hecho muchas cosas malas y no dudaba en usar cualquier medio para alcanzar sus objetivos. Finalmente, gracias a la inteligencia, valentía y lealtad de María y Teresa, el complot de la Marquesa fue desenmascarado. Jana fue rescatada, y los malhechores pagaron por sus crímenes. Samuel también fue liberado y tuvo la oportunidad de comenzar una nueva vida.