Mientras limpiaba, Begoña descubrió accidentalmente una caja antigua escondida detrás de una pared de ladrillos. Su corazón latía con fuerza mientras la abría. Dentro había fotografías envejecidas y notas escritas con una caligrafía temblorosa. Las fotos revelaban que Jesús los había estado vigilando durante mucho tiempo; cada esquina, cada gesto de ellos, estaba bajo su mirada. Lo más aterrador eran las imágenes donde Jesús aparecía junto a Clotilde, la misteriosa mujer que había sido asesinada.
La verdad revelada dejó a Begoña y Andrés helados. Comprendieron que se habían adentrado en un pantano peligroso. Junto con Isidro, su amigo de confianza, decidieron regresar al apartamento para buscar más pruebas. Pero Jesús ya los esperaba. Su mirada estaba llena de locura y odio. Les advirtió que los mataría si no abandonaban la investigación. La presión sobre los hombros de Begoña y Andrés era insoportable. Cada día que pasaba, el peligro se acercaba más. Debían enfrentarse a una difícil decisión: denunciar a Jesús y asumir las consecuencias imprevisibles, o abandonar su amor para proteger sus vidas.
En largas noches de desvelo, Begoña y Andrés tuvieron profundas conversaciones. Se amaban, pero ¿era ese amor lo suficientemente fuerte como para superar el miedo y la muerte? ¿Tendrían el valor de enfrentarse a las fuerzas oscuras? Mientras tanto, Jesús se volvía cada vez más trastornado. Estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para proteger su secreto. La policía empezó a notar las desapariciones misteriosas, y las pistas comenzaban a salir a la luz.