Kazim, con una determinación de hierro, llevó a Seyran y Suna fuera de la mansión Korhan. Alquiló un pequeño apartamento donde comenzaron una nueva vida. Seyran, aunque destrozada por tener que alejarse de Ferit y de su familia, intentaba mantenerse fuerte por su madre y su hermana. Buscó trabajo para poder subsistir, pero la sombra de Ferit siempre la perseguía.
Mientras tanto, Ferit se sentía perdido. Vagaba por las calles conocidas, buscando la figura de Seyran. Se dio cuenta de que había perdido lo más valioso en su vida y se arrepentía profundamente. Hizo todo lo posible para ponerse en contacto con Seyran, enviándole ramos de flores y cartas llenas de sinceras disculpas. Sin embargo, Seyran mantenía una actitud fría y no quería verlo. Halis y Suzan, al enterarse de que Seyran se había ido, se enfurecieron. Culparon a Ferit y le exigieron que encontrara a Seyran a toda costa. Cuanto más intentaba Ferit, más ella lo evitaba. Temía que, si regresaba con él, se vería atrapada nuevamente en discusiones y heridas.
Un día, mientras Seyran trabajaba en una pequeña cafetería, se encontró por casualidad con Halis. Él fue a buscarla, rogándole que regresara. Halis prometió cambiar y tratarla bien a ella y a Suna. Seyran, confundida, no sabía si creerle y no sabía qué hacer. En su momento de indecisión, Seyran decidió acudir a una amiga cercana para pedir consejo. Esta amiga le dio un consejo sincero, ayudándola a darse cuenta de los verdaderos sentimientos que aún tenía por Ferit.
Después de varios meses, Seyran finalmente decidió encontrarse con Ferit. Se encontraron en un parque tranquilo. El encuentro ocurrió en un ambiente tenso pero lleno de emoción. Ambos admitieron el amor que sentían el uno por el otro, pero también comprendieron que debían enfrentar muchos obstáculos para poder estar juntos.